Desaprender lo “correcto”, cambiar las ganas de mejorar por conocerme, desdoblar la exigencia para hallarme en presencia, la mía. Navegar por las sombras, reescribiendo palabras, oscuridad por noche, soledad por pertenencia, necesidad por elección, hombros prestados por propios. Permitir(me) cambiar, enraizar, cuestionar, soltar, habitar… si, habitarme.
Aprender a escuchar(me), sin que pese. Rimar con el cuerpo, versar desde el alma y desentonar en pensamiento. Encallar en orilla, como transición de teatro, necesaria para impulsar narrativa, contar historias, bailar emociones.
Aceptar(me) en caos y luz, como yin yang presagiado, como universo que merece ser, porque ya es… sí, soy.
Deconstruir ladrillo a ladrillo la versión que el alma herida construye. No para destruir, sino para honrar al viaje, aprender de él, filtrar y despedir. Abrazar las heridas y el placer en ellas, porque dibujan la silueta que hoy responde al reflejo. Identidad que ya se probo que puede cambiar y no morir, que puede cuestionarse y vivir… sí, libre.
Construir hogueras, puentes, barcos y caminos; dentro y fuera del agua. Para que la energía se quede en pies propios, para que a cualquier lugar que se vaya se lleve todo y cuando se escape, sepa como regresar a casa. Con la libertad de los defectos, la belleza de la vulnerabilidad y la certeza de que quien cae, no será la última persona, ni la primera.
Crear espacios, donde se camine en círculos y aun así sentir que se avanza. Donde los laberintos no sean sinónimo de miedo, porque son espejo… sí, soy laberinto y ya no temo serlo.
Editar manuscritos con la certeza de lo incorrecto y la garantía de lo inadecuado, buscando la imperfección, sin permiso, por elección y no por necesidad. Borrar lo que sobre, no por censura, sino porque se ha entendido que el control no lo tiene quien escribe, sino la propia historia que cobra vida y despierta.
Corregir lo que ya no cabe, resaltando lo que no se dice y originando nuevas historias a partir de los retazos que exigen su propio libro… sí, busco mi voz, en una búsqueda infinita, constante, cambiante, eterna.
Escribir como quien se asfixia, no porque esté asfixiada. Escribir como quien se vacía en vidas, propias y ajenas, porque converge en ellas, porque no se siente ligero hasta que las suelta. Escribir como si se acabara el tiempo, como si fuese aire, madera y consuelo, amante prohibido, confidente y eternidad.
Escribir como si nadie leyese, libre e incompleto, insuficiente e irremplazable. Porque no se sacia la sed del artista cuando el arte es lo que circula en sus pulmones… sí, escribo porque respiro.
Redescubrir el placer de habitarse, el arte de pasar la vida, descubriendo “como’s”, “peros”, “paras” y “porque’s”. De conocerse una y otra vez y no acabar nunca, de no tener un fin, sino un cúmulo de principios, de cambiar la vida que no pasa por la que está pasando, de ser motivo y no causa, de errar y perderse… para encontrarse, diferente.
Ser por no haber sido, ser porque fui, porque seré. Desdibujada y bien escrita, intensa y caótica, expansiva y solitaria, azul e incendio, gitana y contemporánea, sabia e imperfecta, alas y timón, justificada e incomprendida, guía y alumna, luna y artista, águila y panda, bruja y ajedrez, mar y cenizas, nada y todo… universo completo, soy.
Sí, SOY… hasta cuando no.
Redescubrir tu propia existencia es una necesidad que se despierta ya en la sexta década de vida, algunos lo hacen a los 50, y pocos son los jóvenes que se afanen en preguntarse, que es lo que motiva y el porqué de su andar en este maravilloso camino de la vida. Tú te adelantaste a tu época de querer hurgar profundo tu Alma, tus emociones y sueños, es tu esencia quién te lleva hacerlo Andy. Quiero que sepas que llegará el momento que, ésta necesidad de mirar hacia nuestro interior, nos lleva a conseguir una mejor versión de nuestra persona, así mismo, veo que estás disfrutando del viaje y no aferrarse a la meta, porque así no tenemos nada para limitar nuestras ganas de vivir con intensidad, me gusta leerte porque, me llevas a reflexionar y ver que me sobra y que debo mejorar como persona, para seguir disfrutando a los míos que están cercanos como los que tengo más allá del charco, pero la tecnología en esto no acerca a tiempo real. Un abrazo fuerte y éxitos Hija.