Crimen y castigo, el clásico de Fiódor que se niega a morir

Siempre he defendido que la historia depende de quien la cuente y mientras más escribo (mientras más vivo), me doy cuenta de que sí, que incluso a nivel personal nos contamos las historias que necesitamos escuchar. Tal como Raskólnikov en plena Rusia Imperial, expresa en el libro, crimen y castigo.

Ciertas o no, buscamos en estas historias una verdad (cuando no siempre la hay). Buscamos sanar cuando hay dolor, sentirnos especiales hacia fuera cuando el verdadero trabajo se encuentra hacia adentro. Porque tal como lo expresó Fiódor, los demonios y los tormentos no siempre se ven. 

Y aunque a veces no podemos abstraernos de las historias que se cuentan los demás. Aunque a veces no podemos desligarnos, ni impedir que nos afecten esos relatos. 

La verdad es… que esas historias hablan más de quién las escribe (cuenta) de que quien las escucha. Habla más de ellos que de ti, habla más de ti, que de ellos.

Si no que lo diga Dostoyevski, quien construyo este clásico de la literatura a base de su historia y experiencias. Para contarse y cambiar su propia vida, desde su verdad, mente en conflicto e ideales, una historia que pone en conversación la moralidad.

“La verdad siempre se encuentra, en cambio, la vida puede enterrarse para siempre”.

— Fiódor Dostoyevski / Crimen y castigo

Arranco con esta reflexión la reseña de esta lectura porque se me hace imposible desligar las historias que leemos con las que vivimos. Se entremezclan en nuestras realidades creando puntos de encuentro que se atornillan en nosotros. Que invitan a la conversación, que se graban en nuestra memoria. 

Allí la maravilla de los libros que “llenan”, capaces de ser leídos en diferentes momentos y obtener siempre diferentes respuestas. Porque al final, en cada momento, en cada etapa, somos diferentes personas, por tanto, diferentes lectores. 

Crimen y castigo: ¿Icono de la literatura o lectura obligatoria?

Crimen y Castigo trata sobre la historia de un hombre que comete un crimen luego de estar deambulando en vida, perdido.  Aferrado a la única esperanza de que esa acción le dé propósito, le dé algún camino, redención económica y las respuestas que no logra encontrar de otra forma.

Es así que, más allá del crimen, la relación con este personaje parte desde los vínculos y como nos contamos historias, propias o ajenas. Pidiendo a gritos que nos descubran, que nos entiendan o que nos dejen solos… 

Gritos escondidos, en palabras rebuscadas, en silencios incompletos, en conversaciones enmascaradas.

Rica en lenguaje, navega entre lo descriptivo y las metáforas para poner sobre la mesa el verdadero crimen de vivir sin vivir. El verdadero castigo, la mente y los juicios a uno mismo.

“Una historia no apta para todo el mundo, pero, que a mi parecer todo escritor debería leer”

No les miento, en ocasiones te encuentras con partes “pesadas” que cuesta leer para continuar, por la forma tan característica de narrar del autor. Pero si sigues, eres recompensado con espacios donde el diálogo y la narrativa interna del personaje te nutren a tal punto que te hacen conversar contigo mismo. 

Te hacen reflexionar sobre como, para bien o para mal, no hay castigo más grande que el de vivir con una mente atormentada, acechada por la culpa, esperando ser sorprendida en cada esquina.  Así como no hay perdón que calme el alma, más que el de uno mismo. 

Anclados en personajes muy estructurados, en un San Petersburgo imperial donde había malestar social. Refleja también, como nuestro entorno puede condicionar las acciones, comportamientos y ruidos dentro de cada persona, no a modo de excusa, sino a modo de influencia.

Sin mencionar como las situaciones más absurdas, los momentos más intrincados y los encuentros menos planificados terminan abriendo oportunidades. Y puntos de partida para relaciones que marcarán la vida.

Atemporal o no, esta obra cuenta con calidad gramatical

Entendiendo que fue escrita en otro tiempo y que responde a una sociedad arraigada por la política, el patriarcado y costumbres culturales muy específicas. No pierdo esfuerzos en analizar si el lenguaje, la construcción de personajes o uso de la narrativa no responden a los valores en los que creo o la sociedad que intentamos construir.

Sin embargo, cabe la diferenciación para apreciar la evolución que vivimos como lectores, escritores, personas. Así como la exigencia y urgencia para quien escribe hoy, de leer clásicos con un ojo filtrado. 

Capaz de apreciar la belleza de los matices, puntos de vista, tiempos del escritor. Sin perder de vista la esencia, puntos y giros propios para estar de acuerdo o no con la historia. 

En ocasiones, me sentí de vuelta al colegio leyendo con fines académicos más que de entretenimiento. Sin embargo, he entendido que este tipo de obra permite ambos conceptos y que hay frases que se vuelven simplemente atemporales…

“El dinero es la miel de la humanidad”

Bloqueo y transformación en el punto justo

Cuando empecé a leer este libro, lo hice con la intención de acompañar una lectura digital que no estaba resultando. Pues necesitaba leer en físico y fue este quién conectó conmigo en la biblioteca. Si quieres saber de lo que hablo, pasate por aquí.

Me atraparon enseguida sus primeras páginas, a sabiendas de que es una historia que siempre había querido leer. Con el bonus de que el libro tenía escritos y acotaciones de su antiguo lector… mi padre.

Cosa que por momentos me abrazó el alma. Porque descubrí frases y momentos que hoy, tantos años después de que él pudo haber leído este libro, yo, de otra generación, con otra visión y en otro momento, me encontré y resalte.

Lectura que a su vez sufrió una pausa (necesaria) y fue retomada por sí misma para desbloquear el impulso de compartir(la). Gracias a la transformación y espacios que recientemente he creado.

 Sin mencionar que abrió una puerta en mí que no sabía que tenía, una habitación llena de clásicos con estos autores atemporales, para aprender de ellos y conversar desde el ojo de quien escribe… dando como resultado unos “encuentros literarios” maravillosos.

Así, sin más, te invito a dejarme tus opiniones al respecto y navegar entre los próximos clásicos que leí y que me permito dejarte en las siguientes entradas…

2 comentarios en “Crimen y castigo, el clásico de Fiódor que se niega a morir”

  1. Marcos Antonio Parra

    Excelente obra que me gustaría releerla ya que lo hice siendo muy joven, incluso más joven que Andy, sin embargo me arropó tu escrito mi memoria y recuerdos placenteros en mis años de estudiante de Derecho en la mi siempre recordada Alma Mater UCV, que una vez que termine de leerlo, me llevó a interesar escritores atemporales como tú los mencionas en este artículo, también leí en esa época el jugador que hace poco tuve el privilegio de releerlo y ahora mismo estoy con la lectura de Noches Blancas escrita en en 1848 a principios del verano, cuando ocurria las revoluciones europeas, donde el estuvo involucrado, gracias por compartir esta maravillosa prosa que describe a Fiodor Dostoyevski, que es un escritor Ruso de muy alto nivel, de narrativa ligera y exquisita para deleite de quien lo leemos. Que rico es coincidir contigo hija como lectores de escritores de literatura universal que se han convertido en clásicos. Éste artículo me contagió de volver a retomar las notas de pié de página de los libros qué lea ya que, así como tú pudiste verlo en este libro de crimen y castigo mis comentarios, también me gustaría que lo hiciera mis otros hijos y nietos, porque eso hace que merezca la pena de darles ejemplo qué, la lectura nos lleva a vivir más de mil años, tal y como lo decía Umberto Eco.

    1. Esta obra fue una aventura muy especial para mí, por el trasfondo y encuentro. Así que me inspira muchísimo haberte contagiado y revivido los retazos de tu viaje particular. La magia de los libros abarca mucho más que la historia en sí. Somos partes unos de otros y conectamos sin necesidad de estar en el mismo espacio, tiempo, ni lugar. Maravillada por haberte provocado a retomar los pie de página, porque sin duda fue lo mejor de mi lectura.

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