Elvira, baluarte y sus cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo
A Elvira Sastre hay que leerla despacito, con pausas y tregua. Porque se te mete dentro para hurgar en las costuras y hacerle cosquillas a los recuerdos. Esos que yacen dormidos en el borde de las cicatrices, evocando nostalgia (en el caso de los que ya no pesan) y susurrando quemaduras en aquellos que jamás […]
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